miércoles, 26 de octubre de 2011

Invasiones inglesas 1806-1807

Fragata inglesa
Los ingleses eran expertos navegantes y excelentes constructores de barcos
 
Monedas inglesas
Monedas inglesas que circularon durante la ocupación
 
Cañon inglés
Desarrollada por el inglés Benjamin Robbins en 1742 la balística se convirtio en materia de estudio en las academias de guerra inlgesas
 
Sobremonte
El virrey el Marques de Sobremonte se retiro al interior, con la idea de organizar un contraataque pero se adapto a la nueva situción y mantuvo relaciones comerciales con la ciudad tomada
 
Juan Martín de Pueyrredon
Juan Martín de Pueyrredón quiso contener a los ingleses con improvisados milicianos. Liniers lo convenció de adoptar medidas militares más ortodoxas
 
Francisco de Miranda
Francisco de Miranda
 
William Carr Beresford
William Carr Beresford , comando las tropas de ocupación de la ciudad de Buenos Aires . El destino lo llevo pocos meses después estar peleando junto a las tropas españolas en la guerra contra Napoleón
 
El interés de Gran Bretaña por los dominios españoles en América surgió a partir del Tratado de Utrecht (1713) y se desarrolló a lo largo del siglo XVIII. En ese período se enfrentó varias veces con España (Guerra de Sucesión de Austria, 1740; Pactos de Familia entre Francia y España, 1761). Esto impulsó la acción de los corsarios ingleses sobre las flotas españolas que viajaban desde o hacia América y también el asalto a ciudades costeras.
Por otra parte, el sistema monopólico implantado por España perjudicaba a zonas periféricas como el Río de la Plata. El contrabando de productos ingleses se constituyó en una costumbre para los pobladores de Buenos Aires.
El comienzo del siglo XIX encontró a Inglaterra en una delicada posición económica: la independencia de Estados Unidos (1776) fue un duro golpe para su comercio exterior. La situación se agravó en 1789 con la Revolución Francesa y empeoró aun más con la llegada al poder de Napoleón Bonaparte (1799). Inglaterra entró en guerra con Francia y sus aliados, y en consecuencia sus barcos fueron rechazados por la mayoría de los principales puertos europeos.
Gran Bretaña necesitaba imperiosamente obtener materias primas y comercializar su producción industrial.
Entonces el gobierno inglés decidió enviar una expedición armada para apoderarse de la colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza, en el sur de África. La misma estaba compuesta por 6.654 hombres de tropa a las órdenes del mayor general David Baird y el brigadier Guillermo Carr Beresford. La fuerza naval que cooperaría en la conquista estaba dirigida por el comodoro Home Popham.En enero de 1806, después de dominar la colonia del Cabo, el comodoro Popham decidió atacar el Río de la Plata. Las tropas fueron puestas a las órdenes del brigadier Beresford.Es interesante señalar que años antes Popham se había entrevistado con Francisco Miranda, patriota venezolano, con quien había elaborado un proyecto para liberar a la América del Sur con la ayuda de tropas expedicionarias británicas. El proyecto no se llevó a la práctica pero según Lord Melville "para Inglaterra era de la mayor importancia estar prevenida y observar la marcha de las tentativas para aprovecharse de ellas con el fin de abrirse a los mercados de América del Sur, a sus comercios y su manufactura".
 
 
El 24 de junio de 1806 las naves inglesas intentaron acercarse a la ensenada de Barragán. Las baterías de la costa, al mando del capitán de navío Santiago de Liniers impidieron que los invasores se acercaran. Al día siguiente, unos 1.600 ingleses desembarcaron en Quilmes y, tras combatir con la milicia que dirigía Pedro Arce, ocuparon las barrancas de Quilmes.
El virrey Sobremonte no tomó ninguna medida defensiva adecuada y marchó hacia Córdoba con el fin de reunir fuerzas y reconquistar la capital, aunque hay historiadores que consideran que, en realidad, huyó con su familia.
El día 27 los ingleses cruzaron el Riachuelo y vencieron la última resistencia de los milicianos en el paso de Barracas que llevaba directamente a Buenos Aires. En la tarde las tropas invasoras entraron en Buenos Aires. Beresford se estableció en el Fuerte y asumió el cargo de gobernador. Sus primeras medidas pretendieron ser del agrado de la población: aseguró la libertad de cultos, la protección de la propiedad privada y la libertad de comercio.
En la campaña, Juan Martín de Pueyrredón organizó a 700 hombres entre milicianos y vecinos, entre los que figuraba Martín Rodríguez, pero fueron vencidos en Perdriel tras un breve combate.
Aquí entra en acción nuevamente el francés Santiago de Liniers.
Militar sagaz y astuto, decidió concentrar la acción en Montevideo y emprender desde allí la Reconquista.
Con la colaboración de la población montevideana formó un ejército de 1.300 hombres que, luego de cruzar el Río de la Plata, desembarcó en las proximidades del Tigre el 10 de agosto, y avanzó hasta los Corrales de Miserere, en donde estableció su campamento.
Desde allí, exigió la rendición de Beresford. Ante la negativa del inglés avanzó con su ejército, tomó el Retiro y obligó a los invasores a retroceder hacia la Plaza Mayor.
El 12 de agosto las fuerzas de la Reconquista iniciaron el ataque decisivo. Beresford y sus hombres, refugiados en el Fuerte, se rindieron. En las puertas del Cabildo el brigadier inglés depuso formalmente las armas.
Se dispuso entonces convocar a un Cabildo Abierto para el 14 de agosto. La Asamblea resolvió comunicar el triunfo a la corona española y organizar cuerpos de milicias para defender a Buenos Aires de una nueva invasión. Los cabildantes resolvieron otorgar el mando militar a Liniers y el poder político a la Audiencia. Al Cabildo se le encomendó la tarea de enrolar y armar a los vecinos para preparar la defensa de la ciudad.
En el trayecto de Córdoba hacia Buenos Aires Sobremonte se enteró de lo dispuesto por el Cabildo y manifestó su disconformidad, pero ante la presión popular se trasladó a Montevideo para dirigir desde allí la defensa de la ciudad en caso de nuevo ataque.
La certeza de que Inglaterra enviaría refuerzos para vengar la derrota impulsó a Liniers a invitar a la población a sumarse espontáneamente a las milicias. La gente respondió con entusiasmo y Buenos Aires se transformó en un inmenso campo de entrenamiento militar. Prácticamente no había casa en Buenos Aires en donde no viviera un miliciano. En la práctica esto significaba también que se hable y discuta de política en cualquier ámbito. Las cuestiones de la ciudad dejaron de hablarse sólo entre los funcionarios
Hacia octubre de 1806, las milicias ya contaban con alrededor de 8.500 hombres, de los cuales sólo 3.000 eran españoles. Se formaron diez batallones: cinco eran criollos (tres de Patricios - quiere decir "hijos de la patria" -,integrado por blancos porteños a las órdenes de Cornelio Saavedra; uno de Arribeños - de las provincias "de arriba" -, compuesto por blancos provincianos al mando de Juan Martín de Pueyrredón y uno de Pardos, integrado por mulatos, negros libres y esclavos entregados por sus dueños). Los españoles integraron los otros cinco batallones restantes, agrupados bajo la denominación de: Gallegos, Andaluces, Catalanes, Vizcaínos y Montañeses.
   
Beresford se rinde ante Liniers en 1806
   
Santiago de Liniers
Santiago de Liniers se traslado a Montevideo para organizar la reconquista de Buneos Aires. Su acción lo transformó en un héroe popular


Bandera inglesa capturada durante lso combates
Bandera inglesa capturada durante lso combates


Medalla al valor
Medalla al valor militar otorgada durante las invasiones inglesas. Las
ordenadas tropas inglesas se vieron desbordadas por la lucha callejera , imprevisible y tenaz


La rendición escrita de Withelocke
La rendición escrita de Withelocke


Martín de Álzaga
Martín de Álzaga  era un poderoso comerciante miembro del Cabildo y del Consulado , fue deportado a Patagones luego del fracaso del movimiento de Enero , luego sería rescatado junto con sus seguidores por fuerzas provenientes de Montevideo


Patricios
Durante las invasiones inglesas se crearon algunos regimientos entre ellos el de patricios


Cornelio Saavedra
Cornerlio Saavedra sofoco el levantamiento a Alzaga al mando del recientemente creado regimiento de Patricios
 
 
Liniers conocía la naturaleza de los ingleses, por eso estaba seguro que volverían por la revancha. Y no se equivocó... A fines de 1806, el gobierno inglés dispuso el envío de 4300 soldados al mando del general Sir Samuel Achmuty para reforzar la ocupación de Buenos Aires. Lo que todavía no sabía el gabinete británico era que sus tropas fueron derrotadas por los habitantes de la ciudad. Mientras tanto, en enero de 1807, el derrotado comodoro Popham, que había recibido una dotación de 980 hombres de refuerzo desde del Cabo de Buena Esperanza, avanzó sobre el puerto de Maldonado, ubicado en la Banda Oriental. El virrey Sobremonte, que se encontraba en Montevideo desde la primera invasión inglesa, acordó con el gobernador Ruiz Huidobro, organizar un cuerpo de tropas para intentar la reconquista de la ciudad invadida. Las fuerzas, al mando del capitán de fragata Agustín de Abreu fueron derrotadas en San Carlos. El 19 de enero, las fuerzas inglesas, al mando del general Achmuty iniciaron el sitio de Montevideo que se prolongó durante 17 días, después de los cuales ocuparon la ciudad. El gobernador, Ruiz Huidobro, y varios oficiales argentinos, entre ellos José Rondeau, Nicolás De Vedia, Matías Zapiola y Marcos Balcarce, cayeron prisioneros y fueron enviados a Inglaterra.Sobremonte intentó una tímida defensa pero sus hombres pero fueron rápidamente dispersados por el enemigo y el virrey huyó hacia el interior.Enterados de lo ocurrido, en Buenos Aires los vecinos se reunieron frente al Cabildo para exigir la destitución del Virrey. El alcalde de primer voto, Martín de Alzaga, convenció al Cabildo de destituir a Sobremonte. Liniers convocó, el 10 de febrero, una Junta de Guerra que decidió la suspensión y arresto del Virrey y la entrega del mando político a la Audiencia. Al tiempo, arribaba a Montevideo el general John Whitelocke, al mando de 12.000 hombres. El gobierno inglés le había encomendado el refuerzo de las tropas británicas en Montevideo y evaluar un nuevo ataque a Buenos Aires. El 28 de junio de 1807, luego de dejar parte de los efectivos en la Banda Oriental, el general Whitelocke desembarcó con unos 8.000 hombres en la Ensenada de Barragán (cerca de La Plata).El 1° de julio, Liniers salió al frente de 7.000 efectivos para enfrentarse a las tropas inglesas en campo abierto, en las cercanías del puente de Gálvez, en Barracas. Pero la columna inglesa eludió el encuentro y se dirigió hacia los Corrales de Miserere. Hasta allí avanzó Liniers pero sus tropas fueron desbandadas en un desordenado combate. En la ciudad, el Cabildo se declaró en sesión permanente y Martín de Alzaga asumió la organización de la Resistencia. El Consejo de Guerra determinó que era conveniente perimetrar y fortificar una amplia zona en donde se concentraba el grueso de nuestras milicias. El sargento mayor de Patricios Juan José Viamonte, el coronel de Vizcaínos, Pedro Andrés García, el coronel Balbiani y el ingeniero Pedro Cerviño tuvieron a su cargo dicha misión. Alzaga y otros acaudalados vecinos contribuyeron económicamente proveyendo dinero y materiales.El 5 de julio de 1807 seis mil soldados ingleses distribuidos en trece columnas iniciaron el avance desde los Corrales de Miserere en dirección al río, en donde se encontraban nuestras fuerzas. La tenaz resistencia de los habitantes de Buenos Aires organizados en tres líneas de defensa impidió que la ciudad fuera ocupada. La defensa de Buenos Aires debe también su éxito al coraje su población civil. Así la describió Vicente Fidel López: "Por fuera del fuerte, espiaban a los ingleses a su paso, mujeres, muchachos, viejos y gente suelta para los que habían faltado armas de fuego; prontos todos a arrojarles materias alcohólicas en llama, agua y aceite hirviendo, muebles, piedras, y mil otros proyectiles mas o menos serios". Tras una valiente resistencia, Liniers intimó a Whitelocke. El 6 de julio el general inglés pidió el cese del fuego y al día siguiente se firmó el tratado que puso fin a la lucha.
 
 
Las Invasiones Inglesas tuvieron importantes consecuencias políticas, sociales, militares y económicas. Se enumeran entre  las más importantes:
Acción:
España no podía defender a sus colonias. Estaba incapacitada para apoyarlas con dinero, armas o soldados.
Consecuencia:
Se crearon 10 batallones, cinco de ellos con jefes locales para prevenir nuevos ataques.
Acción:
Las autoridades coloniales tuvieron un comportamiento ineficiente.
Consecuencia:
El Cabildo Abierto (14/08/1806) y la Junta de Guerra (10/02/1807) marcaron el comienzo de la crisis política y demostraron al pueblo que podía confiar en sus propias fuerzas. Los criollos sabían tomar sus propias decisiones y ponerlas en práctica. El Cabildo tomó el control de las autoridades coloniales y algunos casos, reemplazó a funcionarios españoles por locales.
Acción:
El ejército invasor fue expulsado por la acción de los habitantes de Buenos Aires.
Consecuencia:
Los criollos podían defenderse solos. Por sí mismos se armaron, organizaron y lucharon. Creció en ellos un amor a su tierra que hasta entonces no habían tenido oportunidad de comprobar.
Acción:
Los ingleses abrieron el comercio, suprimiendo las trabas económicas. Permitieron la venta de frutos del país y la importación de productos manufacturados. También rebajaron los impuestos y aranceles de aduanas.
Consecuencia:
Cuando intentaron reimplantar el monopolio, que autorizaba a comerciar únicamente con España y a los precios que ellos querían, los criollos opusieron una tenaz resistencia a la medida
 
 
En enero de 1807, los ingleses iniciaron el sitio a Montevideo y terminaron ocupando la ciudad. El Virrey Sobremonte, que estaba viviendo allí, hizo poco y nada para defenderla de los invasores. Estas noticias preocuparon a los habitantes de Buenos Aires.
El 6 de febrero, mientras los miembros del Cabildo estaban reunidos, llegó hasta ellos un grupo de ciudadanos pidiendo ir a reconquistar Montevideo y la renuncia de Sobremonte. Se decidió entonces convocar a una Junta de Guerra para el 10 de febrero. Participaron de la Junta el Obispo, los miembros de la Real Audiencia, del Cabildo, la Real Hacienda y del Consulado, y por supuesto Liniers, los jefes y comandantes de tropas y algunos vecinos ilustres.
Por amplia mayoría se resolvió suspender al Virrey, quien luego de un breve periodo de arresto, fue enviado a España.
 
 
Es importante observar las similitudes entre esta Junta de Guerra y el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810:
Muchos de los votantes en la Junta de Guerra tuvieron una activa participación en mayo de 1810.
Ambos Cabildos plantearon el desconocimiento de la autoridad del Virrey.
La causa determinante de ambos también fue similar: en 1807 se corría el peligro de caer en manos inglesas por la ineptitud del Virrey. En 1810 el peligro era caer bajo el dominio de Napoleón por mantener la autoridad de Cisneros.
 
 
En la mañana del 1° de enero de 1809 se produjo un enfrentamiento entre el Cabildo y el Virrey Liniers. El inspirador y jefe del movimiento fue Martín de Álzaga, quien había tenido una heroica participación durante la segunda invasión inglesa.
Álzaga, que se mantenía leal a España, trató de forzar la renuncia de Liniers. Para ello, apoyado por fuerzas armadas adictas, ocupó la Plaza Mayor. El intento fracasó por la oportuna llegada del Regimiento de Patricios al mando de Cornelio Saavedra, Martín Rodríguez y otros generales apoyados por buena cantidad de la población.
Pero la situación de Liniers no era fácil: los españoles lo recelaban por su origen francés y la invasión napoleónica a España hizo más delicada su posición.
España nombró a Baltasar Gaspar de Cisneros como nuevo Virrey en reemplazo de Liniers.
La acción de los criollos frente al motín fue un antecedente importante de la Revolución de Mayo: a partir de ese día los criollos dominaron la situación. Los jefes rebeldes fueron a la cárcel y se disolvieron los regimientos de españoles (Vizcaínos, Catalanes, Gallegos, Andaluces y Montañeses).
Cada vez más los criollos demostraban que podían gobernarse solos y tomar sus propias resoluciones. El deseo de libertad crecía, pero como dijo Saavedra "las brevas no están todavía maduras". Había que esperar un tiempo más para separarse del gobierno

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